FOTOGRAFÍA DE VANGUARDIAS
(DADAÍSMO Y SURREALISMO)
La fotografía ha estado presente en muchas etapas desde su aparición en el
1839 con la divulgación mundial del primer procedimiento fotográfico: el daguerrotipo, promovido por Louis Daguerre. Dos de las corrientes fotográficas más
destacadas se encuentran en el siglo XX, destacando su evolución desde la
vanguardia dadaísta hasta el surrealismo. A partir de 1916, el dadaísmo rompió con la sociedad burguesa y sus manifestaciones artísticas, captando la atención
mediante la fotografía, popular, naif, mecánica, reproducible y considerada
siempre al margen de la historia del arte clásico.
Mientras la guerra asolaba Europa, a principios de la primavera de 1916, un
grupo de artistas internacionales se preparaba para la primera velada de un
cabaret recién inaugurado en la ciudad suiza de Zúrich. En su mayoría eran
emigrantes de los países vecinos que intentaban evitar su aislamiento o que
buscaban refugio en Suiza, políticamente neutral, frente al agresivo nacionalismo
de sus países. El establecimiento donde se encontraron, el Cabaret Voltaire, se
considera el núcleo del movimiento dadaísta, aunque es posible hallar rastros
de sus peculiares características en otros centros del emergente espíritu
vanguardista, como Nueva York, París, Berlín, Hanover y Colonia.
Las formas que moldearían el arte del siglo XX fueron introducidas gracias
a los reconocidos dadaístas, los cuales formaban un grupo unificado en su firme
oposición a la guerra y en su profundo escepticismo hacia lo tradicional. La
guerra constituía la demostración palpable de cómo la Ilustración de la
civilización occidental, es decir, “la razón” había desembocado en la más
absoluta barbarie. En este contexto, las bases del antiguo mundo burgués se
descomponían. La fotografía ofrecía los dadaístas un medio para introducir lo
mundano y lo cotidiano en la práctica artística, desdibujando así los límites
entre esas dos esferas.
En Nueva York, el espíritu dadaísta tuvo como representante a un grupo de
artistas internacionales, entre los que encontramos a Marcel Duchamp. Jean
Crotti, Man Ray y Francis Picabia. Desde el año 1915 se reunían de forma regular
en el salón de los mecenas del arte Louise y Walter Arensberg. En 1917 surge un
escandalo dadaista promovido por Duchamp, ``que deseaba que la fotografía
repugnase a quienes se dedican a la pintura hasta el momento en que alguna otra
cosa la vuelva insoportable´´, al presentar uno de sus legendarios objetos
artísticos encontrados a la Sociedad de Artistas Independientes: ``La fuente,
un simple urinario blanco firmado con el seudónimo ``R. Mutt´´. Fue rechazado
pero se presentó más tarde al público en una exposición organizada por Alfred
Stieglitz, cuya fotografía del urinario apareció en la publicación dadaísta ``The
Blind Man´´.
El artista alemán Christian Schad se relacionó con el Zúrich dadaísta a
través de su íntimo amigo Walter Selner, uno de los principales teóricos del
movimiento dadaísta internacional junto con Tristan Tzara. Schad comenzó a
experimentar con papel fotográfico, cubriéndolo con objetos ordinarios, en
general encontrados en la calle, y exponiendo después las composiciones al sol
directo. Trabajó con papel para imprimir, cuya reacción más bien lenta a la luz
le permitía redistribuir los objetos durante la exposición. Las imágenes
creadas mediante ese proceso, eran pequeños fotogramas que oscilaban entre una
referencia directa a los objetos cotidianos y una realidad artística abstracta.
CHRISTIAN SCHAD - Amourette (1918) Copia en gelatina de plata |
Años más tarde, Tzara implantó el término ``schadografías´´a esas imágenes,
en alusión al apellido del artista y a las sombras que los objetos parecen
dejar en el papel sensible a la luz.
Si la Primera Guerra Mundial parecía un eco distante en Nueva York, sus
repercusiones políticas y económicas ejercieron un impacto mucho más directo en
la vida berlinesa. Las actividades de los dadaístas berlineses figuran entre
las más agresivas y políticamente subversivas del movimiento dadaísta
internacional. El fotomontaje se convirtió en uno de los medios de expresión
favoritos.
Hannah Höch, asimismo, apela a los movimientos de mujeres; Raoul Hausmann,
George Grosz y John Heartfield también trabajaron el medio. Heartfield, como la
mayoría de los dadaístas berlineses, simpatizaba con las fuerzas
revolucionarias que derrocaron al káiser en 1918, año en que se unió el partido
comunista alemán. Cuando el Berlín dadaísta pasó su momento cumbre, Heartfield
utilizó cada vez más su arte como arma en las luchas políticas de la República
de Weimar.
A comienzos de la década de los 20, el dadaísmo se estaba agotando. En 1924, el escritor francés André Breton
publicó el Manifiesto surrealista, su
primer manifiesto sobre esta estética de vanguardia. Se alejó de este modo de
los dadaístas de París con la intención de crear lo que se convertiría en un
movimiento que abarcó las bellas artes, la fotografía y la filosofía. Breton
creía que había llegado el momento en el que arte experimentase el significado
de la existencia y de la realidad, pensaba que el arte contemporáneo tenía que
explorar el subconsciente del ser humano utilizando los preceptos del
psicoanálisis que embarca el significado de los sueños y el concepto de lo
misterioso. Por lo tanto él creía que la realidad se basaba en el subconsicente.
Muchas de las obras más representativas de la época fueron fotografías.
Breton decía que los fotógrafos para poder captar la realidad no inhibida se
tenían que basar en las narraciones oníricas y en la escritura automática. La Révolution surréaliste, publicación
editada por Breton, incluyó fotografías de Eugène Atget y Man Ray entre otros.
La revista también mostró reproducciones de pinturas y dibujos de Max Ernst,
Pablo Picasso y Paul Klee. La cámara se empleó para mediar directamente entre
el concepto de la obra y la mente del espectador.
La fotografía era el elemento para explorar la naturaleza de la
representación. Espejos, negativos dobles, superposición de negativos y maniquíes
crean un doble, una especie de representación de una realidad más que una
realidad en sí misma. Se hizo el uso del denominado espaciado, que consistía en
el encuadre de la fotografía y del fotograma, alterando la réplica del espacio
tridimensional y que recuerda a los espectadores que la imagen recortada es solo
una representación del momento captado.
El filósofo Georges Bataille también se sintió atraído por las ideas del
surrealismo. Para él las reacciones viscerales a las palabras y las imágenes
inquietantes despertaban sensaciones reflexivas y agradables, así como
sentimientos reprimidos. Según él estas reacciones se relacionaban con la
muerte que definía como la forma de
deseo obscena.
El primer fotógrafo reclamado por Breton para el surrealismo fue Man Ray,
figura clave dentro de la vanguardia parisina. Este fotógrafo realizaba una
mezcla de temas, composiciones y técnicas utilizando la solarización y los
fotogramas a los que denominó ``rayofotografías´´que suscitaban la modernidad,
inspirándose en el arte neoclásico. La revolución de la técnica de la solarización
llamaron la atención a los surrealistas, principalmente a Man Ray. Dicho proceso
constaba de conseguir un efecto misterioso al sobreexponer un negativo o una
imagen durante el proceso de copiado, de manera que los tonos de la imagen se
invertían, provocando un cambio de las sombras a zonas claras y viceversa.
Inspirado en Man Ray, el artista belga Raoul Ubac
utilizó fotomontajes, solarización y brûlage (quemar el negativo o los
negativos) para crear composiciones sorprendentes y complejas. Esas obras,
similares a murales, fueron realizadas en la época de la guerra civil española
y durante el período en que se fraguó la segunda guerra mundial, y combinan la
forma femenina idealizada con distorsiones y un aparente desmembramiento que
sugieren la conducta humana irracional que puede llegar a provocar una guerra.
Uno de los ayudantes fotográficos de Man Ray, la
emigrante estadounidense Lee Miller, se convirtió en una importante figura del
movimiento surrealista en la década de 1920.
Conocida modelo de Condé Nast( empresa editora de
revistas como Vogue), se convirtió a su vez en fotógrafa, y como Man Ray,
trabajó comercialmente por encargo y de manera artística por placer, Miller y
Man Ray entablaron una relación, y a ella se le relega casi siempre al papel de
amante y música, aunque al parecer estaba igual de versada en la estética
surrealista. En 1934 se traslada a Egipto con el empresario egipcio Aziz Eloui
Bey con el que se casa.
La pintora y poetisa francesa Dora Maar es más
conocida por ser una de las amantes y musas de Pablo Picasso, pero también
trabajó como fotógrafa comercial en París durante las décadas de 1920 y 1930.
Relacionada con Bataille, Man Ray y Breton, realizó fotografías vanguardistas.
El artista alemán Hans Bellmer conoció a los surrealistas
franceses en 1934. Cuando se publicó una serie de fotografías suyas en la
revista Miniature, coeditada por
Breton.
La serie consiste en dieciocho fotografías de un
maniquí femenino a tamaño natural en diferentes poses y graos de desmembramiento;
ocupa una doble página y lleva por título:
Brassaï tomó fotografías que se adherían a la
estética surrealista de Bataille y Breton. Su extraña serie de Esculturas
Involuntarias (1932) consiste en seis imágenes que muestran objetos efímeros
que parecen flotar.
Brassaï tomó
primeros planos de billetes de autobús, jabones, pasta de dientes y otros
objetos cotidianos, ``desfamiliarizándolos´´a través del uso de una iluminación
intensa contra un fondo texturizado. La serie se reprodujo en Minoature en
1933, acompañada de entradas escritas por el artista surrealista Salvador Dalí.
Brassaï dijo: ``el surrealismo de mis imágenes era solo realidad convertida en
más misteriosa por mi manera de mirar. Nunca busqué expresar nada más que la
realidad, que es lo más surreal que existe´´.
Philippe Halsman
fue un retratista de esta vanguardia destacado por imponer la técnica del
jumping style, retratando a sus modelos saltando, para él la representación del
rostro humano era más natural si se trataba de realizar tomas de este modo.
Retrató a figuras reconocidas, entre ellas cabe destacar al genio español del
surrealismo, Salvador Dalí. Ambos artistas se encargaron de realizar la
composición del resultado final de la toma fotográfica consiguiendo así en el
año 1948 en el estudio neoyorkino del fotógrafo la titulada como `Dalí
Atomicus´.
Necesitaron cantidad de ayudantes y 28 intentos
para poder plasmar la toma final durante 6 largas horas de trabajo. La ayudante
principal fue la esposa del pintor, Gala, quien se encargó de sujetar la silla
representada en la imagen, entre los demás que se encargaron de tirar los gatos
al aire, tirar el agua y sujetar los hilos de los caballetes suspendidos en el
aire. Fue un largo trabajo de retoque manual para conseguir el resultado final.
La evolución de ambas vanguardias han creado un relato de imágenes que representan el punto de vista más
personal del fotógrafo, mezclando composiciones con iluminaciones cuidadas para
sus tomas, rompiendo con las formas tradicionales y mostrando al mundo un
vuelco visual onírico e irracional.
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